El jueves nuestro Real Betis
debutaba en la UEFA Europa League, precisamente lo hacía ante el
rival al que la Real Sociedad había apeado de entrar en la fase
final de la Champions League, el Olimpic de Lyon. Este equipo, hasta
hace bien poco dueño y señor de la liga francesa, no vive sus
mejores momentos, con una liquidez bastante mermada, se ve obligado a
vender prácticamente a todas sus estrellas (recientemente han
perdido a Lisandro López, su nueve de referencia durante mucho
tiempo), cuando temporadas atrás era dificilísimo arrebatarle a
alguna de sus figuras, había que pagar auténticas millonadas por
ellas. Pues bien, se plantaba en el Villamarín un Lyon sin tanto
jugador de renombre pero con jugadores de bastante calidad y, sobre
todo, físicamente muy dotados. No es un Lyon sencillo ni venido a
menos, tampoco el gran Lyon de hace unas temporadas, pero no obstante
sigue siendo un equipo muy competitivo, bien armado y siempre situado
entre las primeras posiciones de competición francesa.
Y nuestro Betis, pues sorprendía
la alineación que sacaba Mel, demasiadas novedades de golpe, parecía
que buscaba quitar importancia a la competición europea frente a la
doméstica, algo que resultaba contradictorio con las habituales
declaraciones del técnico en las que ponía de manifiesto su ilusión
por meter al equipo en Europa. He de reconocer que a mi, cuando vi el
once inicial, no me gustó nada de nada, echaba de menos a muchos de
los titulares que tan buen rendimiento nos estaban dando. Pero el
caso es que, pensándolo en frío, aunque sigo sin compartir para
nada el planteamiento de Mel en cuanto a los jugadores elegidos,
entiendo a nuestro entrenador, venimos de unas primeras jornadas de
liga en las que se ha jugado divinamente por momentos, pero en las
que no se sumaban puntos. El máximo exponente de ello es el partido
ante el Espanyol, la prioridad ese día fue no perder, veníamos sin
puntos a pesar del buen juego, y eso podía ser una merma en la
confianza de los jugadores de no revertir la situación de forma
rápida, cualquiera que viese el encuentro disputado en Barcelona se
encontró con un partido típico de empate en el que ambos conjuntos
buscaban no perder ante todo. Un empate casi pactado emocionalmente
hablando, que no se me entienda mal. Luego vino esa gran victoria en
casa ante el Valencia, y el enfermo ya empezó a respirar con
fluidez.
Por eso decía que entiendo a Mel,
no se le ha olvidado lo necesario que es comenzar bien el primer
tercio de liga para coger confianza y por ello creo que reservó a
tanto titular de cara al difícil partido de mañana ante el Granada,
un duro rival que viene más descansado.
Ya entrando a valorar el juego,
pues vi muchos paralelismos con el partido ante el Espanyol, el Betis
ante todo no quería perder, se notaba. Fue un encuentro en el que
ambos conjuntos tuvieron sus momentos y ocasiones, los franceses al
principio y mejor el Betis al final, pero en el que en cierto modo se
percibía la sensación de que ambos contendientes daban el empate
como un resultado más que aceptable. Ellos porque jugaban fuera de
casa y el Betis porque, a pesar de apretar en varios momentos del
partido, priorizaba no ser cogido a la contra. Creo que en ese
aspecto el equipo no lo hizo del todo mal, estamos en un momento de
la temporada en la que lo importante es asentarse, automatizar
movimientos y coger confianza, empezar con una derrota en casa,
cuando ya venimos de unas primeras jornadas ligueras en las que
jugando bien perdíamos, hubiese sido muy negativo para la moral de
la plantilla.
Luego en cuanto a los jugadores,
la alineación condicionó mucho. Los laterales estaban sin ritmo
competitivo y se notaba, ambos eran desbordados con demasiada
facilidad, tanto en el uno contra uno como perdiendo los balones
divididos como en diagonales a su espalda, en fin, que no tuvieron su
mejor día, no dudo de que en cuanto tengan mejor ritmo y estén en
plenitud física aportarán mucho más, pero si se trata de describir
su papel el jueves, fue bastante deficiente. Los centrales no me
disgustaron, considerando sobre todo el poco apoyo que recibían de
los laterales, especialmente Perquis, que es un jugador que muchas
veces mete la pata por excesivo, pero que hay una cosa que aporta
como el que más, “decisión”, es valiente, de los que siempre da
la cara, algo muy importante cuando una zaga está dubitativa. El
medio centro con Nosa y Reyes me dejó dudas, el chileno es muy
esforzado y juega con sencillez pero aún le falta un poco de
aclimatación al ritmo europeo, y en cuanto a Nosa, tiene calidad,
potencia física, pero le veo más como un jugador de los que ahora
se denomina “box to box” que un organizador al uso, tiene visión
e intensidad, pero pierde el sitio con frecuencia y le falta oficio
en las faltas tácticas, me da la impresión de que él se encuentra
más a gusto un poco más cerca del área rival, no obstante, estando
Verdú y Sevilla para el puesto de media punta, su sitio habitual
seguramente será en el doble pivote o en línea de tres
centrocampistas. Los extremos estuvieron bien, Vadillo y Cedrick se
movieron con decisión aunque con menos acierto ya que los franceses
se parapetaban bien atrás, especialmente me llamó la atención el
hispano-congoleño, que en la mejor fase de juego del Betis
protagonizó muchas de las acciones de ataque, uno tenía la
sensación de que iba a hacer lo de siempre, desbordar fácilmente a
su defensor para luego resolver con precipitación, y efectivamente,
es lo que hizo, nada nuevo, aunque es joven y tiene tiempo para
mejorar. Verdú como siempre muy bien, pero se veía obligado a bajar
en exceso para ayudar a los medios centros, todo ello acentuado
porque el Lyon jugaba básicamente a la contra y poblaba su defensa,
con lo que Nosa y Reyes tenían serios problemas para ver líneas de
pase en vertical. Luego Chuli, jugador de calidad pero al que aún le
falta la presencia en ataque de otros puntas del plantel. Y si hay
que hablar de alguien es de mi jugador predilecto, o al menos uno de
ellos, Don Salvador Sevilla, ese jugador que no siempre está en su
mejor forma pero que siempre aporta lo que otros no son capaces, esa
magia y facilidad para ver lo que otros ni se imaginan en sus mejores
sueños, pues bien, entró en el segundo tiempo y su presencia en el
campo coincidió con los minutos de mayor claridad y presencia del
Betis en ataque. ¿Casualidad? Sinceramente, yo no lo creo.
En definitiva, buen partido del
Betis, con oficio, supo capear el temporal del primer tiempo en el
que la fuerza física del rival era netamente superior, para luego,
en cuanto bajaron un poco la intensidad como es normal, hacerse
dominador del juego y tener claras ocasiones. No obstante, todo con
mucha precaución, la consigna de Mel parecía clara, no podíamos
pecar nuevamente de pardillos, “si no puedes ganar un partido
aunque seas dominador, al menos no lo pierdas.” Y así fue, las
espadas siguen en todo lo alto para el resto de partidos de la
competición.