¿La mejor liga del mundo? ¡JA!

Ya falta poco, si la huelga lo permite, para que el balón eche de nuevo a rodar. Ahora con el Betis en Primera División, lo que en principio, no debe ser preocupante, por lo visto hasta ahora, y en especial en el partido de anoche ante la Juventus de Torino. Si bien es verdad, que sí puede inquietarnos la espesura mostrada hasta ahora ante el gol. Esperamos que, incluso con los jugadores actuales, cuando llegue el momento de la verdad, sea el 21 de agosto, sea más tarde, se cumplan nuestros mejores augurios.

Estamos acostumbrados (¿hartos?) a escuchar cómo los locutores de cadenas de radio en los programas de fútbol y los de las emisoras de televisión que retransmiten los partidos de fútbol del campeonato español, hablan, hasta la saciedad, de “la mejor liga del mundo” refiriéndose a la española.

¿Es realmente nuestra liga la mejor del mundo? ¿O dicha afirmación no es sino un reclamo propagandístico, proclamado en los altavoces mediáticos por voceros bien pagados, que de esa forma alimentan las arcas de quien les abona su salario? ¿O dicha afirmación no es sino la visión de los citados voceros, en su vertiente de hinchas, que hacen su trabajo enfundados en las camisetas de sus equipos, que, esos sí, suelen ser blancas o azulgranas?

Ahí va mi respuesta.

¿Cómo va a ser la mejor liga del mundo una que nace económicamente desequilibrada por el reparto de los ingresos televisivos? Ya saben, los que más (Real de Madrid y Barcelona) cien millones más que tercero, cuarto y quinto; estos más del doble que el siguiente grupo, y no seguimos. Es decir, dicha diferencia es superior al doble en unos casos, al triple en otros, y en alguno (Zaragoza) al cuádruple del importe del presupuesto de gran parte de los equipos de la Primera División, y sobre todo de los que peor situación económica tienen.

Un campeonato así, nace viciado ab initio. Los dos primeros pueden fichar a cualquier estrella y pagarle lo que éstas pidan; los demás han de hacer un sobreesfuerzo económico para poder mantener el tipo (¡ahí es nada la presión de la plétora de comentaristas que proliferan en programas deportivos de radio y televisión que viven del fútbol sin dar una patada a un balón!; ¿cómo resistirse a la presión de la afición, que pide fichajes, creyendo que su presidente pone la maquina de hacer billetes o que puede contraer deuda hasta el infinito y todo está resuelto?), y ¡ay! de ti si no lo haces. Ahí está el ejemplo del Deportivo de La Coruña.

Hablaba antes de mantener el tipo. ¿Cuál es ese tipo? ¿Es la mejor liga del mundo aquella en que entre el primero y el tercero, se vienen manteniendo los últimos años unas diferencias abismales de puntos?

¿Es la mejor liga del mundo una en que si no fuera porque hay un segundo que pelea algo, estaría resuelta (de cara al campeonato) en el mes de enero?

¿Es la mejor liga del mundo una que está formada por tres ligas, la del campeonato (dos equipos); otra la de la pedrea, para entrar en copa de Europa y en liga Europa (cinco equipos); y finalmente la del sálvese el que pueda del descenso (trece equipos)?

¿Es la mejor liga del mundo la que en la mayoría de sus jornadas las notas característica son la goleada con que los blancos o los azulgranas o ambos han castigado al equipo pardillo de turno; y la cantidad de goles que han marcado el blanco prepotente con mala imagen y el azulgrana tramposillo e hipocritón, santificado en el altar mediático, aunque grandes futbolistas ambos?

Más se podría argumentar, pero el reducido espacio de este escrito me obliga a detenerme aquí.

Que cada uno dé la respuesta que quiera, pero, al menos esa liga no tiene nada que ver con el fútbol que yo empecé a amar desde que tengo memoria; primero en la radio, después en la tele en blanco y negro, y, como dicen los italianos cosí via. Eso poco tiene que ver con el fútbol que yo amé, en vivo, en Los Carmenes (viejos, naturalmente), en El Arcángel (viejo), en el Sánchez Pizjuán y en el Villamarín; o en cualquier otro campo de España, donde los grandes no chuleaban a los pequeños, y para ganar a éstos aquéllos tenían que sudar sangre y, en muchas ocasiones, ni así lo conseguían.

Para mí, no es la mejor liga del mundo ni de lejos.

En cualquier caso, ¡qué ganas tengo de que empiece a rodar el balón y yo esté sentado, para verlo, en mi asiento de la grada o en mi sillón preferido delante de la tele!

Libero.