Cuando imperaba el
pesimismo; cuando tras una semana impregnada de críticas al equipo bético y de
derrotismo sobre sus expectativas de salvación; cuando los ataques a Pepe Mel,
por una parte importante de los gacetilleros futboleros, habían alcanzado el nivel
máximo; cuando casi todos dudábamos de la capacidad de volver a desarrollar el
fútbol que hasta hace poco llevaban dentro; cuando los resultados producidos en
la tarde del sábado no eran beneficiosos para el Betis; había que enfrentarse,
además, a un Málaga lanzado hacia la Copa de Europa, en la Rosaleda.
Ni los más optimistas
esperaban algo distinto a un severo repaso al equipo verdiblanco a manos de
Cazorla, Isco y compañía, que sumiría al equipo de Heliopolis en una profunda
depresión, con un pie en Segunda y el otro en una cáscara de plátano.
Pero el fútbol es grande
y la lógica no siempre se impone. Así, una vez más, la, a priori, víctima se
impuso al favorito.
Pero para ello hubo que
vivir una primera parte de un ligero y confianzudo dominio blanquiazul. El
Betis apenas si salía de su campo, defendiéndose con orden y, bien es verdad,
que sin pasar excesivos apuros. Así se llegó a los cinco últimos minutos de la
primera parte, en los que en dos jugadas a balón parado (falta lanzada por
Beñat que peina Rubén a la red; corner con lío en el área pequeña del Málaga,
que es resuelto por Dorado colocando el balón en la red por el palo izquierdo
de Kameni
¡Bueno!, aún quedaban
cuarenta y cinco minutos; el Málaga podía remontar. Salió lanzado en la segunda
parte; pero Mel plantó el autobús, el avant y todo lo que pudo; renunció al
balón; jugó a contra estilo; los minutos transcurrían lenta y angustiosamente,
pero el Málaga se iba desinflando poco a poco.
A pesar de algunos
sustos, llegó el final y el milagro se produjo. Algunos dirán que se jugó mal y
que la victoria, por el juego, no fue merecida. Parafraseando a D. Pío, “El
fútbol es ansí”; o como decía Boskov, “fútbol es fútbol”. Otros días con buen
juego o con múltiples oportunidades, el resultado final fue desfavorable. Lo
que cuentan son los puntos.
Y ahora, ¿qué? Pues con
treinta y cinco puntos, pueden bastar seis más, es decir, dos victorias para
mantenerse en Primera División, que ha sido siempre el objetivo real y sensato.
Si la victoria en la Costa del Sol tiene efecto balsámico y hace que la
confianza en sus posibilidades vuelva a los jugadores, y que se vaya el temblor
en la piernas y el plomo en la cabeza de muchos de ellos, como sucedió ante
Español y Racing, lo que unido a la disminución de la presión mediática que sin
duda se producirá, el objetivo se conseguirá.
Libero
Pienso que si , que es probable que con dos victorias mas ..... nos salvariamos a ver tio. Un saludo ¡¡
ResponderEliminarTampoco es un milagro, el Betis tiene un buen equipo. Por cierto a ver si me puedes poner en mi blog qué tengo que hacer para poner el traductor que tienes en la parte derecha del blog.
ResponderEliminarSaludos desde La Escuadra de Mago